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Cómo ayudar a los niños y niñas a afrontar la pérdida de un ser querido

Una de las experiencias que más suele angustiar a las personas es la muerte y, cuando se trata de acompañar a un niño o niña en este proceso, los miedos y dudas crecen.

Tratamos de recopilar las 10 preguntas más frecuentes con las que nos solemos encontrarnos en esta situación tan dolorosa junto a las respuestas rápidas a estas preguntas comunes:

¿Cómo puedo comunicar a mis hijos/as la muerte de un ser querido?

Con dulzura y afecto, usando palabras sencillas y sinceras. Siéntate con ellos en algún lugar tranquilo, rodéalos con tus brazos y háblale sobre la muerte. No tengas miedo de decir “ha muerto” o “muerto”. Por ejemplo, podrías decirles: “Ha ocurrido algo muy, muy triste. Papá ha muerto. Ya no estará más con nosotros porque ha dejado de vivir. Le queríamos mucho y sabemos que él también nos quería. Lo vamos a echar mucho, muchísimo de menos”.

Explícales con pocas palabras cómo ha muerto el ser querido. Por ejemplo: “Ya sabéis que papá ha estado muy, muy, muy, muy enfermo durante mucho tiempo. La enfermedad que sufría le ha causado la muerte”. O “Papá ha tenido un accidente. Quedó muy, muy, muy, muy malherido, y el accidente le ha causado la muerte”. Los múltiples “muy” ayudan a los niños a distinguir la muerte del ser querido, de los momentos en que estaba “muy enfermo” o “muy malherido”.

Al referirse a la muerte, evita usar eufemismos como “pérdida”, “se lo han llevado”, “ha desaparecido” o “ha emprendido un largo viaje”, porque alimentan los miedos que tienen los niños/as a ser abandonados y crean ansiedad y confusión. Nunca les digas que el “ser amado se ha ido a dormir”, porque esto podría hacer que tuvieran miedo al ir a acostarse por la noche.

Muchos niños preguntan: `¿Qué significa “ha muerto”?´. Explícaselo de nuevo con palabras sencillas y sinceras: “Significa que el cuerpo se ha detenido del todo. Ya no puede caminar, respirar, comer, dormir, hablar, oír o sentir nunca más”.

¿Qué puedo decirles cuando mis hijos me preguntan “por qué”?

“¿Por qué mamá ha muerto?” “¿Por qué papá ha muerto?” “¿Por qué la abuela ha tenido un accidente?” “¿Por qué me ha pasado a mí?”. Todas ellas son preguntas difíciles de responder. Está bien admitir que tú te has hecho las mismas preguntas. Explícales después que todos los seres de la tierra han de morir algún día. Que le ocurre a todo el mundo. Y que la muerte es una de las cosas que no podemos controlar.

Asegúrate decirles que no echen la culpa a nadie, ni al ser amado que ha muerto, ni a Dios, ni sin duda a ellos mismos. Diles con gran claridad: “No ha sido por culpa vuestra”. Nada de lo que ellos hayan dicho, hecho o pensado ha causado la muerte del ser amado.

¿Debo hablarles de la muerte en términos religiosos?

Es una decisión que cada familia debe tomar por sí misma. En general, depende de la educación religiosa que los niños hayan recibido. Si han crecido en una comunidad de creyentes, podrán comprender mejor tus referencias religiosas. Pero en el caso contrario, es probable que no sea el mejor momento para iniciarlos en la religión, ya que esto los confundiría. En cualquier tragedia, evita decir cosas como “Dios se ha llevado a papá”, o “Dios quiso que mamá se fuera con Él”, porque los niños pequeños podría crearles miedos.

¿Deben ir mis hijos al velatorio, al funeral y al entierro?

Ésta es también una decisión que cada familia debe tomar por sí misma. Como guía general, a los niños se les debería dejar ir a partir de los seis años, si así lo desean. Asistir a este tipo de importantes rituales con los miembros de la familia y los amigos da a los niños una oportunidad para expresar su dolor, obtener fuerza y apoyo de los demás, y despedirse del ser amado. Sienten que forman parte de un grupo que sigue con la vida a pesar de la pérdida, y reciben consuelo y seguridad al estar incluidos en él.

Asegúrate de prepararlos con antelación explicándoles lo que ocurrirá y lo que van a ver, oír y hacer. Diles si el ataúd estará abierto o cerrado, y explícales que posiblemente mucha gente llorará. Deja que hagan preguntas. Si te sientes demasiado afligido para hacerlo por ti mismo, pide a un miembro de la familia o a un amigo que se ocupe de ello.

¿Y si los niños no quieren asistir a estos rituales? No los obligues a acudir ni hagas que se sientan culpables por no haber ido.

¿Les hará daño a mis hijos si me ven llorar y estar apenado?

En absoluto. Los niños necesitan aprender a expresar el dolor y la mejor forma de hacerlo es aprenderlo de los adultos que se ocupan de ellos. Cuando lloras, estás enseñando a tus hijos que está bien llorar. Cuando tienes expresión triste, les estás dando permiso para mostrar sus emociones. Si los adultos fingen no inmutarse y niegan sus sentimientos, naturalmente eso será lo que sus hijos aprenderán a hacer, lo cual no es una respuesta sana ante un profundo dolor. No temas mostrar tus emociones delante de tus hijos.

¿Y si estoy demasiado apenado para ocuparme de las necesidades de mis hijos?

Antes de ocuparte de tus hijos, necesitas cuidar de ti. Descansa, come bien y busca consuelo y apoyo en los miembros de tu familia y en los amigos. Intenta encontrar a otro adulto que pueda ocuparse de tus hijos hasta que tú estés en condiciones de poder ayudarlos.

¿Debo contar a los profesores de mis hijos lo que ha ocurrido?

Sí, lo antes posible. Los profesores pueden ayudar controlando la conducta y el estado emocional de tus hijos durante las semanas y los meses siguientes al deceso, y ofrecer orientación y comprensión a los niños que se sienten tristes, enojados o deprimidos.

¿Cuáles son algunas de las formas en las que los niños reaccionan a la muerte de un ser querido y cómo debo yo responder?

Algunos niños se sienten culpables o responsables de la muerte de un ser querido. Pueden creer que sus palabras o pensamientos enojados, o su mala conducta, han causado la muerte. Tranquilízalos diciendo que esto no es cierto.

En los casos en que uno de los padres ha muerto, los niños se aferran al padre o la madre que ha sobrevivido. Les preocupa muchísimo que éste pueda también morir y que se queden sin nadie que los cuide. Este miedo a ser abandonados es totalmente normal. Tranquilízalos diciendo que siempre habrá alguien que se ocupe de ellos.

Algunos niños experimentan una regresión y se comportan como si tuvieran menos edad dando guerra, teniendo rabietas o no controlando esfínteres cuando ya lo hacían. ¡Ten paciencia! Todos estáis bajo una terrible presión y tus hijos se encuentran menos preparados que tú para hacer frente a esta situación. Llámales la atención cuando se comporten mal, y sigue poniendo y fijando límites como de costumbre.

¿Cuándo es correcto que mis hijos vuelvan a jugar?

Tan pronto como sientan deseos de hacerlo. Los niños tienden a llorar la pérdida de un ser amado a rachas. En un momento estarán llorando de tristeza y al siguiente riendo mientras juegan en los columpios. El juego es muy terapéutico para los niños. Les ofrece un descanso para dejar de estar tristes, les da la oportunidad de expresar sus sentimientos a su manera, y les permite liberar la ansiedad y el estrés que sienten a través del movimiento.

¿Qué es lo más importante que puedo hacer ahora mismo por mis hijos?

Permanecer a su lado, ser sincero con ellos y amarlos.


Si quieres seguir leyendo sobre este tema te recomendamos el siguiente libro: W. C. Kroen (2002). “Cómo ayudar a los niños a afrontar la pérdida de un ser querido. Un manual para adultos”. Ed. Oniro.